Somos agua. Nuestro planeta es agua. Vivimos gracias al agua. ¿Somos realmente conscientes de lo que supondría vivir sin agua? Aunque a priori, puede parecer una pregunta poco alentadora, vivimos en España. Vivir en España supone hacerlo en uno de los países de Europa más amenazado por el cambio climático y por el avance del desierto. Hay estudios que avisan de que para 2050 buena parte de la península sería desértica. Esto supone una merma de las reservas de agua y con ello, una merma en la cantidad de agua que podemos usar.
Este año vamos a celebrar el Día Mundial del Agua con la mayor secuencia de días lluviosos de los últimos tiempos. Sin embargo, las reservas de los pantanos aún se encuentran lejos de las cifras en las que se encontraban hace 10 años. A día de hoy, lanzar las campanas al vuelo por exceso de agua sería un acto cuasi temerario. Tenemos que aprender a convivir con escasez de agua, a ser austeros con el uso del agua. Venimos de una de las peores sequías de la historia. Es imprescindible haber aprendido y obtener conciencia para saber a lo que nos podemos enfrentar en el futuro.
Como hemos dicho anteriormente el agua es vida, aunque para muchas empresas es un modo de vida. Y en muchas ciudades de nuestro país, el agua estaba y sigue estando en manos privadas. Gracias a los procesos de remunicipalización de este bien básico la ciudadanía ha ganado la gestión de un bien común, como es el caso del ayuntamiento de Valladolid, como cualquier democracia madura debería hacerlo. Tampoco podemos olvidar el activismo de colectivos sociales como la Marea Azul, La Nueva Cultura del Agua y el periodismo de investigación a favor del agua, que ha realizado Ricardo Gamaza con su documental “Los trileros del agua” que se estrena esta tarde en Jerez (Cádiz).
El agua puede estar de diferentes formas y en diferentes lugares. Puede estar en forma líquida dulce o salada, puede ocupar ríos, mares, lagos u océanos. Puede estar bajo tierra o puede estar en forma sólida, formando glaciares. En todas sus formas supone un bien imprescindible para nuestra vida y el de todos los seres que la habitan. Pero las constantes agresiones humanas merman su cantidad y calidad. Si seguimos la hipótesis Gaia, de James Lovelock, nuestro planeta está perdiendo su capacidad resiliente porque las agresiones son cada vez mayores y la estamos dejando sin aliadas. La deforestación aumenta la aceleración y la capacidad destructiva del cambio climático que hace que perdamos glaciares a una velocidad inaudita. Además, impide la recarga correcta de los acuíferos, que sumado a un uso descuidado hace que tengamos verdaderos problemas. En Almería,este año hemos sufrido la declaración de ecocidio, por el tribunal de derechos de la naturaleza de Bonn, en el Río Aguas. En Doñana, seguimos teniendo más de 2000 pozos ilegales que secan la marisma. En Murcia tenemos la destrucción del Mar Menor, en Valencia la albufera se ve fuertemente amenazada y nuestros ríos más importantes sufren el estiaje y la contaminación como nunca antes lo habían hecho. A pesar de todo, gracias a gobiernos como el de Ahora Madrid, en el que EQUO participa, hemos logrado dotar de vida al río Manzanares. Un grito de esperanza que nos hace ver que otra gestión es posible, que podemos poner freno a las agresiones que nuestra tierra recibe y que nos hace ver que un cambio de rumbo es imprescindible.