Celia pulsó el botón de retweet en su móvil. No daba crédito a las últimas informaciones del caso del máster de Cristina Cifuentes. Durante la comida en la cafetería del Campus de Móstoles, ella y sus amigos de clase habían estado haciendo bromas y compartiendo memes y gifs – como toda España – sobre el caso más entretenido para la política madrileña en años. Entre risas y tuppers, Celia se puso seria: “Lo que no me puedo creer es que he estado durante toda la semana durmiendo tres horas para estudiarme el parcial del Viernes y no suspender, y a ésta se lo ha hayan dado por la cara, ¿pero qué se han creído? ¡Si suspendo me pueden quitar la beca este año!”. Celia, como tantas otras, no tiene la suerte de que su familia pueda pagar las tasas, de modo que trabaja por los fines de semana y algunas tardes de dependienta. Aunque le den la beca, como llega un año tarde, necesita conseguir el dinero antes. Otro compañero continuó: “Es que es así, yo el otro día le pedí al de ADE retrasar el trabajo un par de días porque no llegaba y se negó, a ver qué hubiera pasado si fuera la Cifuentes”. Todas las presentes en la mesa del comedor retuitearon y postearon con furia su indignación en Twitter y Facebook. Pero Celia continuó su vida, ese RT no cambió nada. ¿Aprobará su examen? ¿Le quitarán la beca de estudios?
Hay muchas Celias en este mundo. Muchas de nosotras somos víctimas de las injusticias del sistema corrupto y de amiguetes instalado en España desde el principio de los tiempos. El mundo digital en el que nos movemos, que no existía hace 10 años, ha hecho que el activismo y la indignación ciudadana se desactive. Hay 5 millones de usuarios en Twitter, 23 en Facebook. Es genial que todas compartamos, en horizontal, nuestra indignación y reflexiones. Pero ¿cambia eso algo? Celia, y todas, debemos darnos cuenta de que si los principios en los que creemos están amenazados, o si la situación actual es insultante para alguna en particular, no basta con quejarse en la mesa de la cafetería o en las redes sociales.
El movimiento se demuestra andando, Celia. Para empezar, puedes silenciar el móvil y venirte a la concentración en Sol de este Jueves 12. Déjate los pulmones. Y luego, si aparte de echar a Cifuentes quieres cambiar al sistema injusto que te oprime; pero del que solo te das cuenta cuando te toca muy de cerca, acércate a cualquier organización y mira a ver qué se cuece por allí: aporta tu granito de arena para cambiarlo todo.
Nos vemos el jueves, Celia. Porque todas somos como tú, #TodasSomosCelia